lunes, 22 de septiembre de 2008

Sabineros

Ese neón. El eterno símbolo. Tan familiar. Lleno de nostalgia y recuerdos, como el rincón favorito de casa. En realidad es uno de esos rincones. El que veías desde tu más tierna infancia a través de esa caja llena de ilusiones que se fue deteriorando hasta llegar al cubo de basura que es hoy.

A ese neón, a ese rincón volví hace ya tres noches. Con la mejor compañia imaginable tanto encima del escenario como junto a él, contemplandolo con ilusión. Un placer para los sentidos y los sentimientos.

Para el oido por escuchar las melancolias y desvaríos de Sabina en boca de otros genios locos que le acompañaron y le acompañarán tantas veces.

Para la vista por poder contemplar admirado la destreza, la humildad y la cercania de un grupo con tanta calidad musical y humana.

Para el gusto, el tacto el olfato por paladear tus besos al ritmo de la música, por sentir tu rubor y el mío mientras disfruto de la frangancia de tu cuello escuchando "Y sin embargo".

Gracias.

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