jueves, 17 de diciembre de 2009

Recuerdos

Aún recuerdo esa tarde en el Café del Real, con mi mano sobre tu rodilla como quien se aferra por primera vez a lo que sabe que será lo más importante de su vida.

Y aquella vez, caminando bajo el cielo gris pálido de Naugarder Strasse, ateridos de frío, en busca de aquel pequeño apartamento, mientras pensaba en el camino recorrido y en el incontrolable deseo de seguir andándolo junto a ti.

Sigo sintiendo, como si fuera ayer, la fuerza del mar y las olas golpeando, acelerando mi corazón y mis sentidos en ese acantilado de Ubiarco que compartiste conmigo.

No olvido la lluvia chorreando por toda mi ropa mientras te contemplaba, también empapada, en la vorágine de una lluviosa noche de verano en Upper Berkeley Street, sintiendo casi por telepatía tu ilusión, esa hambre de nuevas experiencias que te movía a toda velocidad a través de la calle.

A veces te sueño otra vez en aquella silla de mimbre, junto a esa cabaña en la playa de Punta Umbría, disfrutando de la vida que sabía que quería compartir contigo.

Parece que fue ayer cuando caminábamos de la mano, exhaustos tras un día de calles estrechas y oscuros y preciosos canales por la calle Frezzaria camino del arco de la Biennale, y yo fantaseaba con volver algún día y sentarme junto a ti en esa pequeña cafetería de la esquina a recordar ese momento.

Si cierro los ojos, todavía puedo verte tumbada junto a mí en una playa de agua cristalina en la bahía de Porto Conte, pensando en que la vida debería ser siempre así.

Y de recuerdo en recuerdo, de momento en momento, ya hace 2 años que la vida me sonríe, que mi mundo ya no es sólo mío, que nada importa hasta que te lo cuento.

Una y otra vez, Gracias. Una y mil veces más, te quiero.

jueves, 8 de octubre de 2009

Si se callase el ruido

No te dejará dormir este estrépito infinito
que intenta llenar los días de tinieblas y enemigos.
Una estruendosa jauría se empeña en hacer callar
las preguntas, los matices, el murmullo de ojalás.

Ruido de patriotas que se envuelven en banderas,
confunden la patria con la sordidez de sus cavernas.
Ruido de conversos que, caídos del caballo,
siembran su rencor perseguidos por sus pecados.

Ruido de iluminados, gritan desde sus hogueras
que trae el fin del mundo la luz de la diferencia.
Ruido de inquisidores, nos hablan de libertades
agrietando con sus gritos su barniz de tolerantes.

Nunca pisa la batalla tanto ruido de guerreros,
traen de sus almenas la paz de los cementerios.
Háblame de tus abrazos, de nuestro amor imperfecto,
de la luz de tu utopía, que tu voz tape este estruendo.

Si se callase el ruido
oirías la lluvia caer
limpiando la ciudad de espectros,
te oiría hablar en sueños
y abriría las ventanas.

Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar sobre las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.

Ismael Serrano

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Vuelta

Por fin es viernes.

Dejo el coche aparcado junto a esa dichosa línea azul. Salgo y camino cansado bajo los perpetuos andamios oxidados que cubren las paredes de la acera de los impares de la calle Palencia. Con esa polvorienta y ajada tela marrón y verde, como un manto de hojas caídas empujadas por el viento en la vertical de un decrépito edificio de 7 plantas.

Acelero el paso bajo los postes metálicos que apuntalan la estructura, mientras siento el suave cosquilleo del viento frio de septiembre en la nuca. A través de los edificios del otro lado de la calle, se divisa un cielo de un gris mortecino, apenas cálido, más bien templado y melancólico.

Mientras doblo la esquina, siento el calor asfixiante de los ventiladores de la ensordecedora máquina de aire acondicionado de la tienda de la esquina. Vuelven a mi mente las imágenes del último septiembre: casa y sofá, café y abrazos, besos y tardes al calor de una vieja manta compartida.

Me encanta el otoño junto a ella.

viernes, 14 de agosto de 2009

Bruma

Bajo las gotas de lluvia perpetua, transcurre esa serpiente de agua marrón que atraviesa de lado a lado la ciudad, salpicada de viajeros, grandes y pequeños, nuevos y cotidianos.

Los puentes de ladrillo y gris hormigon diurno, se dejan invadir por las amarillentas luces nocturnas; entre sus restos y sus templos, sus mestizos, sus barrios y sus vicios surge la marea de gente y vanguardia.

Con su pop, su indie, su mod, sus tribus, sus pubs, su rancia modernidad perpetua. Con su clásica vanguardia, con su moda retro, con sus continuas contradicciones, con esa bruma constante hecha de exitos y decepciones, de incendios y reconstrucciones, de personas, sentimientos y movimientos.

Definitivamente, tengo que volver.

sábado, 6 de junio de 2009

Verano

Tengo un sueño: Las estaciones se hacen tangibles; son compañeros de viaje que llegan para irse y dejan su lección, su olor. Dejan el eco vibrante de una vida, de una experiencia inolvidable, imborrable.

El verano vuelve de su lejano viaje. Nos cruzamos otra vez, bajo el caluroso sol de este junio de termómetros abrasados. Nos sentamos juntos a recuperar el aliento mientras me cuenta y recuerdo las pequeñas nostalgias de nuestro último encuentro.

Recordamos los sueños al arrullo de unos brazos pequeños y perfectos mientras él calentaba el asfalto e incendiaba nuestro ánimo; los viajes hacia un mundo lleno de maravillas junto al mar de su compañía.

Vuelvo a andar el camino, cálido y cómodo, reviviendo los abrazos, la arena entre los dedos de los pies, el sudor de las siestas tras las lineas discontinuas de los agujeros de las persianas como estrellas en la noche mecidas por el viento de un ruidoso ventilador.

Se que el discurrir de los días nos llevara, una vez más, al cruce donde el otoño nos espera con su tristeza velada, con su alegría de nostalgía. Pero ahora disfruto de la mejor compañía.

martes, 21 de abril de 2009

Hoy, ayer, mañana

Hoy duele. Duele y agobia la falta de entendimiento.

Duele el recuerdo de ayer. Desespera encontrar, donde uno esperaba un menú elaborado y feliz de cariño y entendimiento, un refrito rápido y descuidado de reproches, prisas e impaciencia. Machaca el ánimo que te reciba la molestia , que la puerta que conduce al hogar tras el duro día se tiña de rencor y mal carácter compartido.

Pero lo que más daño hace es mañana. Desanima la sensación de bomba a punto de estallar, el miedo a la impaciencia, al desconcierto, al abandono.

Bastaría una mirada sencilla, de entendimiento sin palabras, una de esas miradas de complicidad que tantas veces disfrutamos. Un beso y un abrazo, los que tantas veces bajo estas líneas he pedido, he agradecido y he adorado.

Pido sólo eso. Pido todo eso.

martes, 3 de febrero de 2009

Saltos

Saltos en el tiempo. De tu ayer a mí, de mi ahora a ti.

Adelanto y retrocedo mi mente sobre el universo que defines en mi vida. Vivo lo que fue y lo que vendrá contigo. Y mi corazón es el mismo. Sigue latiendo en mis entrañas que se estiran y se comprimen con los golpes que la vida me asesta en el camino.

A veces duele, como un infarto de pánico al fracaso, recordando viejas heridas que cicatrizaron.

Otras veces palpita a toda velocidad, corriendo hacia adelante, soñando con latir acompasado con el tuyo hasta donde alcanza la vista.

Se hincha o envejece; encoje o rejuvenece. Pero tú sigues ahí. Y lo que siento por ti sigue creciendo.

miércoles, 14 de enero de 2009

Hogar, familia

Llego a casa del trabajo. De camino paso por el mercado, con una sola idea en la mente. Corto, pelo, frio y emplato el menú de besos y abrazos que te reciba.

Suena el timbre. El camino a la puerta es un momento perfecto. Me acerco sabiendo que detrás estás tú, todavía algo aterida por el frio de la ciudad. Abro con la certeza de que me espera tu sonrisa pronunciando un saludo y un beso y un abrazo.

En ese momento recorren mi mente las bromas, las peleas por el mando, mi cabeza en tu regazo, tu espalda contra mi pecho bajo de una manta dormitando la programación vespertina.

Y entonces dos palabras vienen a mi mente: Hogar, familia.