A veces siento un torbellino, un mundo, un universo completo en el pecho y no se que hacer. Cierro los ojos y mi mente se convierte en una pequeña sala de cine de los años 50, de esas de sesión continua que mi padre recuerda con una mezcla de inocencia y melancolía. Y veo pasar por delante a 24 imágenes por segundo tus abrazos y tus besos, tu sonrisa y esa mirada triste y vulnerable que esconde las mejores y las peores intenciones.
Y me quedo allí, en el cine de mi vida, recostado, hundido en mi asiento, disfrutando una y otra vez de esa interminable película que me hace más y más feliz cada vez. Y me duermo en tu recuerdo, en mi añoranza de tu piel.
Y vuelvo en mi, piso la tierra de nuevo, me pongo recto sobre esta maldita silla de oficina y escribo ésto:
Tú pintas de verde mi vida.
Y vuelvo al trabajo.
Y me quedo allí, en el cine de mi vida, recostado, hundido en mi asiento, disfrutando una y otra vez de esa interminable película que me hace más y más feliz cada vez. Y me duermo en tu recuerdo, en mi añoranza de tu piel.
Y vuelvo en mi, piso la tierra de nuevo, me pongo recto sobre esta maldita silla de oficina y escribo ésto:
Tú pintas de verde mi vida.
Y vuelvo al trabajo.
2 comentarios:
Me gusta como escribes y como sientes!
Un beso!
Gracias Azuky, me gusta saber que otros leen y entienden lo que siento.
Un beso
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