miércoles, 1 de octubre de 2008

Foco de Calor

Antes el frío me rodeaba. Las mañanas eran una bocanada gélida de vaho somnoliento saliendo de mi garganta. Las pequeñas moléculas de agua fria formaban una densa nube de soledad junto a mi boca, lo suficientemente pequeña como para pasar desapercibida a los demás, pero pesada y profunda ante mis ojos. El lento latir de mi respiración se convertía en pequeñas punzadas de melancolía en mi corazón que tiritaba helado de nostalgia.

Ahora las cosas han cambiado, ya no hay vaho. Mis mañanas se entibian sólo con girarme. Ese vapor de agua glacial se caliente y se sublima en segundos. A la vuelta, a pocos centímetros, hay un nuevo foco de calor, otro aliento, cómodo y cálido, respira y habla hacia mi. Me dice con ternura: Buenos días, ¿que tal has dormido?

El otoño se convierte en un verano de mañanas a su lado.


No hay comentarios: