lunes, 24 de noviembre de 2008

Mal sueño

Voy corriendo sin control, sin brújula y sin esperanza. Miro a mi alrededor y sólo veo una nube negra que me rodea y no me deja ver hacia dónde me dirige la deriva de mis pies que se mueven sin control y sin sentido.

Sin rumbo, sin esperanza, desahuciado, solo, condenado a caer por ese terrible precipicio que se dibuja ante mí, detrás de esa densa neblina que decolora mi alma y entristece mi corazón. Llega el precipicio y caigo por un abismo infinito que cada vez es más oscuro.

De repente despierto. Aparto de mi frente el frío sudor que arrastra esta pesadilla y vuelvo la vista hacia mi izquierda. Allí estás tú. Inmóvil pero palpitante, como un foco de luz, un faro que me guía en la niebla inconsciente de mi inseguridad. Como las luces de la ciudad que se dibujan al fondo de la carretera el domingo por la noche, de vuelta a casa; anunciando el calor del colchón junto a tu cuerpo.

Y vuelvo a dormir con la certeza de saber que mientras sigas ahí habrá calor, y rumbo, y sentido...

Y felicidad.

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