miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Por qué?

¿Por qué no los controlo? Antes siempre podía. Era mi mejor cualidad. Sabía abstraerme, olvidarlo, relativizarlo. Ya no. Me dominan, me manejan a su antojo, me llevan por el mal camino, me vuelven totalmente loco.

A veces intento justificarme. Me digo que es porque ahora todo es más fuerte, porque ésta es la definitiva. Que se me pasara poco a poco. Que no tengo de que preocuparme, que es un mal menor. Me convenzo de que ella lo entiende, que lo puede soportar, que tendrá la paciencia necesaria para sobrellevarlo hasta que termine.

Otras veces utilizo el rencor y busco la culpa. La suya. Porque me miente, me provoca, porque lo sabe y continua ¡Maldita testaruda!. Me transformo en aquello que nunca quise ser, me vuelvo paranoico... me doy asco. No quiero ni pensarlo.

A veces encuentro consuelo en el grito o en la rabia y otras muchas en esos hombros perennes en los que llorar. Y lloro, y grito, y reviento... y duermo. Y todo se acaba....al menos por esta vez.

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