Llego a casa del trabajo. De camino paso por el mercado, con una sola idea en la mente. Corto, pelo, frio y emplato el menú de besos y abrazos que te reciba.
Suena el timbre. El camino a la puerta es un momento perfecto. Me acerco sabiendo que detrás estás tú, todavía algo aterida por el frio de la ciudad. Abro con la certeza de que me espera tu sonrisa pronunciando un saludo y un beso y un abrazo.
En ese momento recorren mi mente las bromas, las peleas por el mando, mi cabeza en tu regazo, tu espalda contra mi pecho bajo de una manta dormitando la programación vespertina.
Y entonces dos palabras vienen a mi mente: Hogar, familia.
Suena el timbre. El camino a la puerta es un momento perfecto. Me acerco sabiendo que detrás estás tú, todavía algo aterida por el frio de la ciudad. Abro con la certeza de que me espera tu sonrisa pronunciando un saludo y un beso y un abrazo.
En ese momento recorren mi mente las bromas, las peleas por el mando, mi cabeza en tu regazo, tu espalda contra mi pecho bajo de una manta dormitando la programación vespertina.
Y entonces dos palabras vienen a mi mente: Hogar, familia.